Dinámicas para sobrevivir

Saturday, October 17, 2009

La cena de los generales




Podría hacerse de La cena de los generales una lectura política traviesa que dinamitaría su apariencia de comedia amable: mientras la derecha ejerce el poder desde su convencional agresividad de matón, la izquierda, incluso en las circunstancias más difíciles, manipula la realidad circundante para su propio beneficio, aunque, en el marco esencialmente benévolo de la obra, su objetivo sea, sencillamente, celebrar una boda, por cierto, bien burguesa. Incluso este detalle es significativo: a la izquierda, como sabemos, le apasiona el melodrama, que la derecha no controla. Recuérdese el ridículo de la famosa Niña de Rajoy. Por supuesto, no creo que haya sido ésta la intención del autor, pero ahí queda, para quien quiera verlo; sería, desde luego, una descripción más auténtica de la política española que las habituales batallitas de buenos y malos.

No conozco a nadie que haya entendido la obra como yo; pero tampoco ningún crítico cinematográfico parece haberse enterado de que Malditos bastardos es la mayor glorificación del fascismo que se ha visto en el cine desde hace décadas. Esto último lo justifica la posmodernidad alegando que todo es ironía; pues vale. Hace tiempo que se desvaneció de la vida cultural española la capacidad para ejercer juicios políticos que se salgan de las consignas.

En La cena, que es una comedia con santo, como las del barroco, aparecen, y esta vez de forma voluntaria por parte del autor, novedades respecto a lo que es común en el teatro sobre la Guerra Civil: ¡hay dos fachas que resultan ser buenos! Tres, si contamos con el infeliz teniente de intendencia que acaba pagando su celo excesivo. ¡Y hasta hay un final feliz! ¡Eso sí que es teatro revolucionario!

Ignacio GARCÍA MAY

http://www.elcultural.es/

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